El funeral de Madame de Quelven contextualiza un universo viajero poblado de bandidos, armas, sexo, dinero y sangre. Al compás del blues, el crimen compensa, porque el dinero lo compra todo, hasta la misma muerte. En las “Crónicas del Paraíso” nadie muere, quizás porque están todos muertos o porque el verdadero bandido, el poderoso, el socialmente envidiado, permanece eternamente vivo.
La dramaturgia del espectáculo utiliza algunos de los personajes del texto original de Álvaro Cunqueiro “Las crónicas del Sochantre” pero se basa fundamentalmente en el trabajo plástico de los intérpretes y su constante interacción con los elementos escenográficos para evocar una trama en la que la imagen cobra gran protagonismo en relación con el texto. La puesta en escena se basa así en el carácter visual y narrativo de las propias acciones físicas. El texto, la manipulación de los objetos, la música grabada y la música interpretada en directo crean un todo orgánico envuelto por la iluminación que se materializa en el proceso evolutivo de la estructura escenográfica.
